La crítica de Jon Elster a la sociobiología

Jon Elster es un sociólogo de Columbia (ahora en el College de France) especializado en teoría de la elección racional y de la justicia distributiva. En Nuts and bolts for the social sciences (gracias a Citoyen por recomendarme el libro) esboza una crítica de la sociobiología que es a la que me voy a referir en este comentario. Dado que el texto tiene casi dos décadas, es probable que no represente fielmente el pensamiento de su autor, pero aún así puede tomarse como una buena síntesis de la situación epistemológica preferida por las ciencias sociales del siglo XX.

Para Elster, el principal cometido de la ciencia social consiste en tratar de explicar por qué no estamos en el "estado de naturaleza". Para explicar el "estado de cultura" en el que se encuentra el ser humano es preciso desestimar la selección natural que opera en biología y recurrir a otro tipo de herramientas conceptuales: selección artificial, refuerzos, normas sociales &c. Los procesos de selección que rigen en el reino natural no valen para el "estado de cultura" humano porque son demasiado lentos y oportunistas para adaptarse a las situaciones de cambio muy rápido. De acuerdo con Elster, estos conceptos de las ciencias sociales son esencialmente distintos a los que operan en las ciencias naturales. Sociedades específicamente humanas, como las firmas económicas, no son "análogas a los organismos, luchando por su supervivencia en un mercado competitivo" (Pág. 75). La razón es que no sabemos exactamente de qué modo la "naturaleza humana" -si existe- afecta a la conducta económica, al carácter pacífico o violento, al altruísmo o las instituciones familiares dentro de las organizaciones sociales. Además, la sociobiología negaría "un importantísimo rasgo de los seres humanos: su creatividad o capacidad general para resolver problemas" (Pág. 78). Frente a esta creatividad humana los animales desarrollarían en general una conducta "rígida y estereotipada".

Creo que ésta es una visión anticuada, probablemente incluso en el momento de su publicación, y sostenida sólo por malentendidos, omisiones y alguna que otra deformación profesional.

En primer lugar, Elster invierte el verdadero orden histórico de las "analogías". No fueron los científicos sociales quienes comenzaron a extender las analogías biológicas, sino al revés, fueron los naturalistas quienes emplearon generosamente el arsenal teórico de las humanidades. Expresiones como "economía de la naturaleza", "competencia", "división del trabajo" o incluso "evolución", que son omnipresentes en la obra de Darwin, son términos que proceden de las ciencias jurídicas, de la lingüistica y de la economía política. De hecho, como ya hiciera Kroptokin, cabe reprochar a las primeras teorías de la evolución biológica un sesgo "victoriano" posteriormente cuestionado. ¿Y acaso no podría considerarse el mismo "individualismo metodológico" sostenido por Elster como parte de ese "sesgo" extracientífico? En cualquier caso, el individualismo metodológico es una hipótesis científica válida, en ningún caso un dogma o "canon" de la racionalidad, y no debería servir para prohibir de antemano otras hipótesis.

Pero la mayor debilidad del planteamiento de Elster radica en el "postulado de discontinuidad": los seres humanos son agentes racionales y creativos; los animales son irracionales y estereotipados: "El comportamiento animal no está animado por intenciones conscientes" (Pág. 84). El problema es que el criterio de falsación propuesto por Elster (en una discreta nota al pie: "Se probaría la evidencia fuerte de comportamiento intencional en los animales en el caso de que pudiera mostrarse que emplean estrategias indirectas en situaciones novedosas para las que no haya sido programados por la selección natural") debe enfrentarse ya a abundantes evidencias sobre comportamientos culturales transmitidos extragenéticamente, en especial entre especies de aves y primates, que apoyan crecientemente una aproximación entre la inteligencia animal y humana.

Contrariamente a las predicciones de los wallacistas, sí empezamos a saber bastante sobre cómo la "naturaleza humana" afecta a las instituciones morales, económicas o políticas, y es probable que el conocimiento aumente cuando la "situación epistemológica" evolucione. Hay incluso bastantes ejemplos históricos que son accesibles para la observación casual, no particularmente "científica". El fracaso de los regímenes comunistas colectivistas, por ejemplo, y de otras formas agresivas de ingeniería social, no debería separarse de la violencia ejercida contra instituciones que sólo en parte son "culturales". La mente humana es, desde luego, creativa y plástica (cualidades que no niega la psicología evolucionista o las disciplinas "neuro"), pero no es infinitamente perfectible. Esta "imperfectibilidad" es la que probablemente constriñe y moldea la acción humana: ¿por qué las bandas de terroristas están compuestas abrumadoramente por redes de jóvenes camaradas masculinos, justamente como predice nuestra psicología evolutiva de la agresión? ¿por qué las normas contra el incesto son virtualmente universales? ¿por qué siempre terminan fracasando las comunas? ¿Por qué no hay ninguna sociedad basada en el libre comercio?

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