Los zombis no existen

¿Puede la neurociencia explicar por qué somos conscientes? Patricia Smith Churchland recopilaba, en Brain-wise, hasta nueve argumentos populares en contra. Uno de los más llamativos es el siguiente "experimento mental" sostenido entre otros por Kripke, Levine o Chalmers: 1) Imaginemos una persona con capacidades aparentes tales como hablar, prestar atención y memorizar información, pero sin la experiencia interna del dolor o del color 2) Si este escenario es concebible, entonces es lógicamente posible. 3) Luego, si el zombi experimental es lógicamente posible, se sigue que cualquier explicación a cerca de la conciencia deberá ser independiente del cerebro humano y de la neurobiología.

Aunque Churchland no traza el paralelo, la mayor similitud del "argumento del zombie" coincide con el clásico argumento ontológico establecido por san Anselmo. Como es sabido, este monje benedictino creyó probar la existencia de Dios en el siglo X a partir de una presunta certeza lógica: Dios es el ser más perfecto, y la existencia es una perfección, luego Dios existe. El argumento no convenció a Tomás de Aquino, Kant o los positivistas lógicos, pero no sorprendentemente sí hechizó a Descartes, Leibniz o Hegel. El zombi parece separar en dos la actitud empirista y la racionalista.

Sería un ejercicio interesante descubrir los otros zombis teóricos de la historia del pensamiento. A botepronto se me ocurren dos. Pensemos, por ejemplo, en el zombi del comunismo. La Unión Soviética aparentemente era la patria del comunismo, dotada con una constitución que abolía formalmente las clases y regida según los principios teóricos de los grandes intelectuales del marxismo. Sin embargo, muchos comunistas, empezando por Trotsky, negaron que la Unión Soviética fuera realmente una sociedad socialista. O piénsese en Somalia, convertida ahora en un zombi tambaleante del anarquismo de mercado.

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