Misterios de la hostia

Estos días ha llegado a los medios de comunicación la negativa de la Iglesia española a suministrar hostias compatibles con la dieta de la enfermedad celiaca, caracterizada por la intolerancia a una proteína llamada gluten que se encuentra en algunos cereales comunes: trigo, cebada, centeno o avena. La Comisión Especial de Liturgia, dependiente de la Conferencia Episcopal, se ha visto obligada a emitir una nota pública sobre la "comunión de los celiacos" en la que reconoce la obligación de la Iglesia a facilitar la comunión eucarística a los celiacos, si bien bajo la sola especie del vino. Esta aclaración dogmática ha escandalizado a algunos padres que han han protestado por la "discriminación" de la Iglesia en este asunto, capaz incluso de provocarles una "crisis de fe".

La mayoría del catolicismo sociológico también se ha puesto de lado de los padres, destacando la "intransigencia" de la Iglesia. ¿Qué importancia tiene que se comulgue con pan o con otro alimento?. ¿No se trata, al fín y al cabo, de una conmemoración o símbolo social? Pues no.
Cuando el Señor profirió estas palabras, algunos de sus discípulos se turbaron y dijeron: "Es dura esta palabra, ¿quién podrá resistirla?" Pues dicen que en este sacramento no está realmente el cuerpo de Cristo, sino sólo de una manera simbólica; de manera que lo que Cristo dijo al mostrar el pan: "Esto es mi cuerpo", se entendiese como si dijese: Esto es el símbolo o el signo de mi cuerpo; de modo semejante al símbolo que usa el Apóstol cuando dice: "Y la piedra era Cristo".

Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles
(Sobre el error de los infieles acerca del Sacramento de la Eucaristía)

Así pues, la presencia de Jesucristo en el pan y vino consagrados no es simbólica, como sostienen los católicos sociológicos que naturalizan el sacramento, sino real. En la eucaristía no se trata de eficacia simbólica, sino de presencia real. Esto aparte, si la conversión del pan y el vino en el cuerpo de Cristo es un suceso real, aunque de caracter sobrenatural, milagroso, ¿qué deberían temer exactamente los celiacos? Si el pan y el vino se conservan únicamente como "accidentes" en la transubstanciación, ¿no deberían desaparecer también los efectos deletéreos del gluten?

En definitiva, los misterios de la hostia muestran que vivimos realmente en una paradoja de la ilustración: sabemos razonablemente que los fundamentos de los valores sagrados (de la democracia al cristianismo, pasando por el libre albedrío) no son reales, pero la mayor parte no puede evitar sentir que, mientras no los cuestionemos demasiado, son reales en algún sentido práctico. Planteando el mismo problema, escribe Gregorio Luri:
La posibilidad de que la vida humana esté completamente desprovista de significado puede ser mucho más deprimente y degradante que la 'foeda religio'.
Y puede que tenga razón. Pero no deberíamos fingir que no hay un costo oculto en todo esto: la deshonestidad.

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