¿Comprenden mejor la evolución los "creacionistas"?

En una bitácora que asegura luchar contra las "imposturas intelectuales", leo lo siguiente:
Curiosamente, los creacionistas son los que mas respetan y admiran los productos de la evolución biológica y cultural, aunque no crean en ella, mientras que los que defienden la selección natural, no paran de relativizar su poder y lo muestran como algo trivialmente comprensible por la razón, y en eso se equivocan gravemente.

Un creacionista para mi está mas cerca de comprender la imposibilidad de conocer las infinitas causas y efectos de los fenómenos históricos, y la evolución, de cualquier tipo, es uno de ellos. Solo hay que cambiar el concepto de inescrutabilidad de las razones divinas por el concepto similar de la inescrutabilidad del proceso de selección natural.
Sugerencia para una entrada posterior:
Curiosamente, los alquimistas son los que más respetan y admiran los productos de la química, aunque no crean en ella, mientras que los que defienden la tabla de Lavoisier, no paran de relativizar su poder y muestran como algo trivialmente comprensible por la razón, y en eso se equivocan gravemente.
Ocurre que ni el creacionismo del Diseño Inteligente, ni la alquimia, son verdaderas teorías científicas (ni siquiera son unas conjeturas respetables) mientras que la teoría de la evolución, con sus controversias y diferentes perspectivas, sí lo es. El hecho de ser "creacionista" (me refiero al tipo de creacionista que milita en el Discovery Institute, no a las personas religiosas que creen en la evolución) no predispone para comprender mejor cómo funciona la evolución, sino al contrario: dispone para no entenderla en absoluto. Ejemplos nítidos los tenemos en las fraudulentas "explicaciones" sobre la "complejidad irreductible" del mismo ojo humano, del flagelo bacteriano, o de la coagulación de la sangre en los vertebrados. ¿En qué sentido la "complejidad irreductible", que es la hipótesis creacionista estrella, ayuda a comprender mejor estos fenómenos naturales? Pues en ninguno, como por cierto quedo perfectamente escenificado en la sentencia de Dover de 2005 contra la enseñanza del "Diseño Inteligente". Ser un "creacionista", como Michael Behe en aquella ocasión, no sirvió a la defensa de aquel caso para comprender mejor las razones, supuestamente inescrutables, de la selección natural, sino solo para acreditar la propia ignorancia y finalmente para perder el juicio.

Puede que algunos científicos se excedan al suponer que saben algo que no saben. Y hasta puede que todos los creacionistas se excedan al suponer que Dios creó el mundo. Pero estos asuntos son completamente diferentes a la supuesta buena disposición de los creacionistas para comprender cómo funciona la ciencia. Pudiera ser que la creencia en Dios, en algunos casos, preparase positivamente para una cierta actitud escéptica en contra de la ciencia precipitada. Pero este no es el caso de la biología del ojo humano, cuya función en buena medida ya ha dejado de ser "inescrutable" y no podemos fingir maravillarnos por su irreductible complejidad como en su día lo hacía Darwin: "Suponer que el ojo con toda su inimitable complejidad para ajustar su centro focal a distintas distancias, para reconocer distintas cantidades de luz, y para corregir las desviaciones esféricas y cromáticas, pudiera haber sido formado por la selección natural, parece, y lo confieso francamente, absurdo sobremanera".

Más en The human eye: A design review.

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