Textos sagrados

Hoy procede, incluso, elaborar un nuevo concepto de los “textos sagrados” que no hay que ir a buscar donde las fuentes están ya secas. Por ejemplo, ¿llegará algún día en que algún Sumo Pontífice de la Iglesia católica escriba algo verdaderamente inspirado, algo real, sin esos horribles amaneramientos de los documentos oficiales? No parece probable, y tampoco hace falta. Los verdaderos “textos sagrados” de la tradición occidental son, desde hace siglos, los de los grandes autores. Platón y Aristóteles, Dante y Shakespeare. Pero también Victoria, Bach, Haendel, Beethoven. Y Giotto, Fra Angelico, Rembrandt. Y Arquímedes, Pascal, Newton, Darwin, Einstein, Heisenberg. Y Paul Celan y Bela Bartok. Etcétera. Todos ellos son “autores sagrados”. Canónicos. La Física Cuántica es un monumento no menos inspirado que la Biblia. Ni menos ambiguo. Escribe el científico Arthur I. Miller: “Como una gran obra literaria, la teoría cuántica está abierta a multitud de interpretaciones”.
Según Salvador Pániker. La reflexión forma parte de un artículo publicado primero en El País y después en EDGE. La cursiva es cosa mía. La resalto porque tengo esa misma sensación al escuchar las tertulias "religiosas" en la cadena COPE.

Hay algo en común entre la Biblia y la Física Cuántica: ambos proceden de fuentes no textuales. La primera de Dios mismo. La segunda, de las matemáticas; es comprensible cierta ambiguedad. Será que, como decía no sé si Barthes o Sloterdijk, "el hombre es un animal condenado al lenguaje articulado".

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